La Artritis Reumatoidea (AR) es el tipo de artritis más debilitante, ya que puede causar deformidad y discapacidad. La aparición de AR, generalmente, ocurre entre las edades de 20 y 50 años, pero se sabe que también afecta a los adultos mayores. Las mujeres padecen esta dolencia tres veces más que los hombres.
La AR es un trastorno inmunológico llamado seropositivo. Esto significa que, en muchos pacientes con AR, el factor reumatoide (clase M) se puede identificar en la sangre (suero). No en todas las personas con pruebas positivas de factor reumatoide se desarrolla la enfermedad. Los investigadores indican que la enfermedad no se puede heredar, pero podría darse una mayor susceptibilidad hacia su desarrollo, aunque ésto no ha sido probado. La causa real es desconocida.
Las articulaciones están revestidas de una membrana llamada sinovial. A su vez, la inflamación provoca la liberación de sustancias químicas que causan mayor espesor en la membrana sinovial. Las enzimas destructivas en el líquido sinovial pueden crear una membrana granulada (pannus) que cubre la superficie de la articulación normal. Con el tiempo, estas sustancias químicas y enzimas pueden destruir el cartílago articular, hueso, tendones y ligamentos. Al ponerse en peligro estas estructuras, la articulación pierde su forma y alineación.
La AR generalmente afecta a la columna cervical. El espacio de la articulación entre el eje y el atlas se denomina atlantoaxoideo.
Los síntomas del paciente pueden incluir dolor de cabeza, dolor de cuello, parestesias, debilidad en los brazos y las piernas y paraparesia. La enfermedad también puede causar hinchazón de las articulaciones, dolor, rigidez, pérdida de la movilidad de las articulaciones y fuerza muscular, fatiga, pérdida de apetito, fiebre y dificultad para dormir.